José
Morella nació en Ibiza en 1972. Es licenciado en Teoría
de la Literatura y Literatura Comparada. Actualmente vive en
Barcelona, donde imparte clases de lengua castellana. Ha publicado
las novelas La fatiga del vampiro (2004) y Asuntos propios, finalista
del Premio Herralde de novela en 2009. Es también autor del
poemario Tambor de luz (2001). Además, ha traducido al
castellano a los poetas Ferreira Gullar y Douglas Dunn. ...
y colaborador de LUKE Los
impetuosos días de Otto Gross Una
novela magistral que nos traslada a la vertiginosa vida de Otto
Gross, uno de los personajes más fascinantes de la Europa de
principios de siglo XX. Gross fue precursor de la contracultura y sus
postulados influyeron a escritores e intelectuales como Kafka, Carl
Jung, Wilhelm Reich y D.H Lawrence, entre otros. Sinopsis
Tras
una ruptura sentimental, Llerandi cree llegado el momento de llevar a
cabo su sueño: dirigir una película. Para ello,
emprende un viaje con la intención de documentarse. Su destino
son varias ciudades en las que vivió el protagonista de su
film: Otto Gross. Durante este viaje conocerá a Lise, una
singular anciana que dice ser nieta del personaje, el indiscutible
precursor de la contracultura y cuya influencia se detecta en Kafka,
en los fundadores del dadaísmo y en Wilhelm Reich, muchas de
cuyas ideas son un reflejo de las de Gross. A partir de ahí
conoceremos los hitos que marcan la vida de este hombre que vive
traspasando a diario la frontera que separa la cordura y la locura:
sus discrepancias con Freud, su pasión por Nietzsche y
Kropotkin, sus relaciones con Carl Jung, D. H. Lawrence o Hermann
Hesse; su
estancia en Monte Verità, una especie de balneario donde se
reúnen progresistas y visionarios, médicos
extravagantes, artistas y bohemios que quieren ensayar una nueva
sociedad.
Allí conoce y mantiene relaciones con Renata, una joven que
huye de la represión de su familia y de cuyo vínculo
con Gross nacerá Louise, la madre de Lise. La historia nos
llevará también al internamiento psiquiátrico
orquestado por su padre y su participación voluntaria como
sanitario en la Gran Guerra. Con
Otto como personaje aglutinador, la obra retrata a los miembros de su
linaje combinando las diferentes tramas de forma simultánea,
dinámica y atractiva, conjugando realidad y ficción. En
la obra también aparecen muchos otros personajes históricos
como Erich Müsham, Fanny von Reventlow, Eddy Bernays, Lotte
Hattemer, Rudolf von Laban, las hermanas Richtofen o Gusto Gräser,
entre otros. Como
caminos en la niebla aúna un lenguaje rico en su precisión,
siempre asequible, lleno de espléndidas metáforas y de
símiles acertados;; un magnífico y efectivo manejo
de los tiempos y las voces y un vibrante registro emocional. José
Morella, con todo ello, consigue una novela de impresionante
profundidad en la reflexión sobre la vida que se emparenta con
las propuestas más arriesgadas de David Forster Wallace, Junot
Díaz, David Markson o Roberto Bolaño.
Lo que dice Morella sobre Gusto Gräser:
9.
Gusto Gräser, el famoso «hombre natural» de Monte Verità se pasó
media vida preparando una nueva versión del Tao
Te King, de Lao
Tse. Gusto no sabia chino, solo reescribía el libro a partir de la
traducción de Richard Wilhelm. Detrás de ese libro està
la idea de no forzar la realidad, de no empeñarnos con demasiada
fuerza en que ocurra lo que deseamos ni en que deje de ocurrir lo que
no queremos. Hay un cuento tradicional chino que lo explica: un
peregrino ve, desde la orilla, cómo una violenta tormenta de viento
desprende un puente de madera. A causa de ello caen al mar un hombre
anciano y otro joven. El agua esta muy agitada. Unos segundos después
el peregrino ve al anciano salir a flote muy cerca de la orilla y
nadar a tierra firme. El joven no sale nunca: muere ahogado. El
peregrino llega donde el anciano y le pregunta: ¿como
es posible que el chico no haya conseguido salir y usted este aquí
tan tranquilo, escurriendo su ropa como si nada? El viejo Je
responde: ese muchacho se ha resistido demasiado, ha usado demasiada
fuerza para salir. Ha pataleado y braceado contra la corriente, que
era infinitamente mas poderosa que él,
y se ha agotado enseguida. Yo he hecho lo contrario. Me he rendido,
he aflojado todos los músculos como un bebe después de ser
amamantado por su madre. Sin esfuerzo. Las corrientes internas me han
llevado hacia la superficie igual que un gato transporta en su lomo a
una araña. No he hecho nada para sobrevivir. Por eso aún vivo.
Gusto
se refugió en la naturaleza e intentó subsistir solo con lo
imprescindible, porque sentía que el tiempo que le había tocado
vivir era el más opuesto posible al que Lao Tse proponía. Un mundo
en el que forzar la realidad era la norma: se mecanizó la producción
en el campo y en las fábricas, se implementó el uso de químicos en
la agricultura, el tren acortó las distancias hasta un punto
inimaginable para la época. Henry Ford estaba a punto de implantar
la primera cadena de montaje. Gusto desconfiaba de lo que para otros
eran mejoras indudables. Él predijo la Primera Guerra Mundial, en la
que se mecanizaba también la capacidad de matar y morían miles de
hombres en un solo día. Cuando quisieron reclutarlo, se declaró
pacifista e insumiso. Lo condenaron a muerte. Después de tres días
esperando a que lo fusilaran en cualquier momento, consiguió el
traslado a un manicomio fingiendo que estaba loco. Luego volvió con
su familia a Monte Verità y siguió viviendo como antes: desnudo,
descalzo, sin casarse y educando él mismo a sus hijos sin
escolarizarlos. Prescindiendo por completo del dinero y alimentándose
do lo que cultivaba. Una vida sencilla a más no poder. A menudo
comentaba su versión del Tao, en la que no dejaba nunca de
trabajar, con el escritor Hermann Hesse. Hesse, un tipo mas leído,
mas inteligente y con mas talento que Gusto, no tenia ningún reparo
en reconocerlo como maestro suyo. Hubiera querido imitarle, pero no
encontraba la valentía suficiente para eliminar de su vida el deseo
de agradar y de tener éxito. Gusto jamás tomó en cuenta lo que los
otros pensaran de el. Ninguno de los intelectuales o bohemios de
Monte Verità tuvo ni por asomo su humildad ni su coraje. Quería
cambiar el mundo tanto como Otto, pero lo hacia de otra manera. Su
cambio era interior y acompasado, mientras que el de Otto estaba
lleno de prisa, vehemencia y angustia.
Reescribió
un trecho de Lao Tse de este modo: «¡Tao, tú, patria de todos! Los
remilgados y los hartes de comer no han de encontrarte nunca. Pero
los que prefieren vagar con sed y hambre a vender su alma, para esos
tu abres las puertas de par en par: los arboles florecen, les sonríe
el brillo de la fruta que cuelga de las ramas exultantes. A los
expeditivos, a los que quieren abrirlo todo y saberlo todo sin mas
tardanza, a esos tu te cierras».
+
LUKE febrero 2016
LUKE
es una revista virtual de literatura y creación contemporánea, de arte
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