|
Domingo 26 de junio de 2011, Buenos Aires
Publicado en edición impresa
Suiza /
Visita histórica
El monte de la
Verdad
A orillas del lago Maggiore, un
refugio de revolucionarios y utopistas
Pierre Dumas para LA NACION
Durante el agitado siglo XIX,
sacudido por varias revoluciones y otras
tantas guerras, Suiza era en aquellos tiempos una caja fuerte que
protegía hombres e ideas. Eran numerosos los refugiados en Zurich,
Ginebra y, por supuesto, bajo el sol del Ticino, en la Suiza italiana.
El monte Verità, el monte de la Verdad, fue uno de esos lugares adonde
acudían pensadores desde toda Europa para rehacer el mundo. Uno de los
primeros fue Mikhail Bakunin, creador de las teorías del anarquismo.
Vivió en Locarno entre 1869 y 1874, luego de una vida aventurera y
aventurada que lo llevó desde las sublevaciones populares parisienses
de 1848 hasta las cruelmente famosas cárceles del zar de Rusia.
Desde siempre, Locarno y Ascona fueron hermanas que se miran con
recelo. Con el tiempo y la invención del turismo, Ascona pudo sacar a
relucir sus atractivos: una costanera elegante, un centro precioso y
una imagen de balneario de lujo. Y Locarno se reinventó como centro
cultural, con un festival de cine que se cuenta entre los más antiguos
y renombrados de Europa.
Una y muchas verdades
Christina Peter vive en las afueras de Zurich pero conoce bien la
región por trabajar en la industria turística. Cuenta: "Antes, los dos
pueblos estaban bien separados, pero hoy forman una sola aglomeración.
Y lo más curioso es que sigue existiendo una diferencia entre ellos,
con mentalidades bien distintas, como si el tiempo no hubiera pasado o
como si distaran decenas de kilómetros".
El monte Verità está entre ambas localidades, físicamente e
intelectualmente. De la misma manera que estuvo entre los siglos XIX y
XX, como un hito que se erguía para demarcar la frontera entre los
viejos y los nuevos tiempos. Durante las dos primeras décadas del siglo
XX, la comunidad del monte atraía a ideólogos que buscaban una tercera
vía entre comunismo y capitalismo, creadores de cooperativas,
vegetarianos que impulsaban nuevos modos de vida, artistas, escritores,
filósofos. Todo un mundillo de intelectuales que convertían este rincón
de los Alpes en un epicentro del pensamiento europeo. El origen de esta
comunidad fue un convento laico y teosófico -todo un programa para
remontarse hasta los cimientos de la espiritualidad humana- fundado en
1889 por iniciativa de un intelectual local llamado Alfredo Pioda. En
ese momento el monte se llamaba todavía Monescia, como se lo conocía
desde siempre en Ascona.
Su mote de monte Verità le fue dado por la feminista y pianista alemana
Ida Hofmann y el industrial belga Henry Oedenkoven, que formaron una
comunidad naturista y vegetariana hasta que se fueron a Brasil en 1920.
Durante veinte años atrajeron a artistas, políticos y pensadores.
Hermann Hesse, Carl Gustav Jung, Erich Maria Remarque, los filósofos
Gilbert Durand, Henri Corbin y Gershom Sholem, la bailarina Isadora
Duncan, el utopista Theodor Reuss y varios miembros del movimiento
dadaísta llegaban como vecinos desde Zurich y el Cabaret Voltaire.
Del anarquismo al surrealismo, de los sincretismos religiosos a las
nuevas tendencias literarias del posromanticismo, el monte hubiera
tenido un nombre plural más adecuado a la realidad de sus diversos
adeptos si se lo hubiera conocido como monte delle Verità, el monte de
las Verdades.
De colina a monte
La época de oro de la comunidad fue entre 1910 y 1920, cuando sus
huéspedes le dieron fama internacional. Una fama inversamente
proporcional a su altura: apenas 350 metros sobre el nivel del mar y
270 sobre el lago Maggiore.
En 1926 la propiedad fue comprada por Eduard von der Heydt, el banquero
del káiser alemán Guillermo II. Considerado como uno de los mayores
coleccionistas de arte de Europa, atrajo al lugar toda una corte de
artistas, sobre todo pintores y poetas. Von der Heydt murió en 1964 y
el monte Verità pasó entonces a manos del cantón Ticino. Pero ya en
torno de 1950 el monte había empezado a vivir del recuerdo de sus
glorias pasadas y se había transformado en una atracción turística de
lujo, sobre todo para alemanes afortunados, que llegaban al lugar para
codearse con ideologías y personas del pasado que sin duda les hubiesen
sido totalmente opuestos.
La delegación rusa
Fue la misma época en que Ascona dejó de ser un pueblo de pobres
pescadores y se convirtió en un balneario de renombre, una joya sobre
la Riviera del lago Maggiore. Los anarquistas de 1880 no hubieran
podido creer ni en los cambios realizados ni en el curso tomado por
este lugar que fue su refugio y el centro de difusión de sus ideas.
Tampoco los rusos Lenin, Trotski y Kroptokin, que tuvieron una breve
estada en el monte en 1905. Se conserva todavía la casa que habitaron,
la Casa Dei Russi, hoy una de las mayores atracciones (y de las más
fotografiadas por las visitas). Está escondida entre los árboles, a la
manera de una dacha. Y contrasta con los jardines zen metros más
arriba, de inspiración japonesa, que acompañan la casa del té.
El monte Verità es, a la vez, un popurrí de ideas, de influencias e
inspiraciones. Un museo, un centro de congresos, un hotel, un
restaurante y un parque. Sin duda un lugar para la memoria, pero que
cultiva algunas pretensiones de continuar su herencia.
El museo está esparcido en el parque: son construcciones y lugares
emblemáticos de las comunidades de principios del siglo XX, como la
casa Anatta, donde se recreó la vida que llevaban Ida Hofmann y Henry
Oedenkoven. La visitan los participantes de los numerosos congresos que
se organizan en el complejo, pero también viajeros en una especie de
peregrinación turístico-intelectual. Desde la explanada, que culmina a
más de 250 metros sobre el nivel del lago, hay una vista espectacular
sobre el lago y los Alpes. El solo hecho de disfrutar un almuerzo en la
terraza del restaurante un día soleado merece la visita.
En nuestra época, más pragmática que idealista, los huéspedes del
centro no reciben el sol desnudos y bailando como hace cien años. En
realidad vienen en busca de un hotel distinto y una buena mesa. En
cuanto a los naturistas, ya no podrían usar la pileta donde los
vegetarianos de antaño hacían sus ejercicios: fue transformada en una
sala de conferencia al aire libre, con sillas y un deck de madera en el
fondo. ¿El lugar ideal para zambullirse en ideas y conceptos?
Las grandes ideas pueden mucho y en Ascona agrandaron también una
colina. Una colina trepada por pensadores, filósofos y artistas, que se
transformó de golpe en el monte de la Verdad.
DATOS
ÚTILES
Cómo
llegar
Desde Ascona se llega por
bus (sistema Buxi, bus y taxi). Hay una
parada frente a la entrada del complejo. La mejor manera (y la más
económica) de llegar a Ascona desde Zurich o Ginebra es en tren, con el
sistema del Swisspass, un pase para toda la red de transportes públicos
suizos (trenes, barcos, funiculares, buses): www.swisstravelsystem.ch
Dónde
dormir
El centro de congresos, el
hotel y el restaurante están abiertos todo
el año. Una habitación doble cuesta a partir de CHF 210 (unos 250
dólares).
En
Internet
Más datos sobre el monte en www.monteverita.org
Más datos sobre Ascona y
Suiza en www.misuiza.com.
|